Hoy quiero compartir con vosotros una historia que me llamó mucho mi atención. Sobre la práctica del amor.
El cuento de los dos hermanos
Un antiguo relato judío cuenta sobre dos hermanos que se establecieron en la cima de una montaña y cultivaron en común una parcela de tierra. Uno de ellos era casado y tenía hijos, el otro no. La primera cosecha resultó abundante y se repartió por partes iguales.
Esa noche el hermano soltero pensó: “Soy soltero, no tengo que mantener a nadie. En cambio mi hermano tiene hijos, algunos pequeños. No es justo que yo tenga tanto trigo como él. Le llevaré la mitad de mi trigo sin que se entere.”
También el hermano casado pensó esa noche: “Tengo familia, hermosos hijos; ellos me cuidarán en mi ancianidad. En cambio mi hermano está solo… ¿Quién le mantendrá cuando ya no pueda trabajar? No es justo que yo tenga tanto trigo. Le llevaré la mitad del mío.”
Y ambos hermanos unieron la acción a la emoción, tomando rutas distintas. Cada uno llevó la mitad de su grano a la parva del otro. Al día siguiente descubrieron que a pesar del traslado seguían teniendo la misma cantidad de trigo. Esa noche repitieron la operación para tener el mismo resultado.
La tercera noche, al intentar llevar a cabo sus propósitos, se encontraron en el camino y, al ver los carros cargados de grano, se dieron cuenta de lo ocurrido. Descendieron emocionados y se abrazaron fuertemente.
Conclusión
Muchas personas espiritualizan el amor de Dios, pero su amor es muy práctico. Otro día escuché a alguien decir que: “La conciencia nos pide cuentas no solamente del mal que hacemos, sino del bien que dejamos de hacer.“ Así que practiquemos hoy el amor con hechos y verdad.
En el libro de Erich Fromm “El arte de amar” habla de la práctica del amor. Lo que un examen de la práctica del amor puede hacer es considerar las premisas del arte de amar, los enfoques, por así decirlo, de la cuestión, y la práctica. Como si fuera una obra de arte, porque hasta para amar se tiene que tener la práctica.
¡Gratitud siempre! Un abrazo.