Hoy quiero compartir algo sobre la persistencia. La palabra persistencia viene de, ahínco, fijeza; perseverancia, insistencia; obcecación. Osea persistir en algo que desea realizarlo.
La persistencia es un factor esencial para el procedimiento de convertir el deseo en su equivalente monetario. La base de la persistencia es la fuerza de voluntad.
Cuando la fuerza de voluntad y el deseo se combinan de manera apropiada, forman una pareja irresistible. Las personas que acumulan grandes fortunas generalmente se dice que son despiadadas, y a veces que son crueles. Con frecuencia se las malinterpreta.
Lo que tienen es fuerza de voluntad, que mezclan con perseverancia y las utilizan para respaldar sus deseos de asegurarse el logro de sus objetivos.
Un ejemplo: Henry Ford, por lo general, ha sido erróneamente considerado una persona despiadada y cruel. Esta mala concepción surgió del hábito de Henry de seguir todos sus planes con persistencia.
Cuéntase que una mujer, de nombre Miriam Hargrave, podría recibir el premio a la persistencia. Nacida en 1908 en Inglaterra, esa mujer intentó por treinta y nueve veces aprobar su examen para conducir.
Tomó doscientas doce lecciones para aprender a manejar. Finalmente, en su examen número cuarenta, a la edad de sesenta y dos años, logró su permiso para conducir.
Ante tal persistencia, uno no puede menos que examinar su propia vida. ¡Es muy fácil abandonar un emprendimiento! ¡Es fácil excusar nuestros fracasos! Alguien dijo con certeza:
El que lo intente puede fracasar, el que no lo intenta ya fracasó.
W. Churchil.
Pero ante los obstáculos y las dificultades, pronto nos vemos tentados a abandonar lo que quizá en su comienzo fue un sueño, un anhelo profundo.
¿Ha querido flaquear? ¿Ha querido abandonar su proyecto?
Bien, es parte de una enorme cantidad de personas que se ven tentadas a abandonar la carrera. ¿Ha decidido persistir en su fe, a pesar de las cosas? ¿Seguirá en su esfuerzo? Bien, ¡se ha unido a esa preciosa memoria de personas que tenazmente luchan por lograr lo que desean!
He aquí una frase alentadora que aporta una sugerencia de gran significado.
"La persistencia es un estado mental, por lo tanto puede cultivarse."
Como todos los estados mentales, la persistencia tiene sus raíces en causas definidas, entre las cuales destacan:
8 claves para la concreción de un propósito
Concreción de un propósito
Saber lo que uno quiere es el primer paso, y tal vez el más importante, hacia el desarrollo de la persistencia. Un fuerte motivo obliga a uno a superar muchas dificultades.
Deseo
Es relativamente fácil adquirir y mantener la persistencia en la persecución del objeto de intenso deseo.
Autoconfianza
La confianza en la propia capacidad para llevar a cabo un plan estimula a uno a seguir el plan con persistencia y autoconfianza.
Concreción de los planes
Los planes organizados, a pesar de que sean poco convincentes y completamente inviables, fomentan la persistencia.
Conocimiento preciso
Saber que los propios planes son sólidos y se basan en la experiencia o en la observación fomenta la persistencia; “adivinar” en lugar de “saber” termina con ella.
Cooperación
La simpatía, la comprensión y una cooperación armoniosa con los demás tiende a desarrollar perseverancia.
Fuerza de voluntad
El hábito de concentrar los propios pensamientos en la construcción de planes para consecución de un propósito definido induce a la persistencia.
Hábito
La perseverancia es el resultado directo del hábito. La mente absorbe una parte de las experiencias cotidianas de las que se alimenta y se convierte en ellas. El miedo, el peor de todos los enemigos, puede curarse eficazmente con una repetición forzada de actos de valentía. Todo el que ha luchado en una guerra lo sabe muy bien.
Ver también: La fe frente al tremor.
Ahora bien, antes de dejar el tema de la persistencia, invito al lector a hacerse un inventario de sí mismo para determinar en qué aspecto, si es que hay alguno carece de esta esencial cualidad.
Debe medirse valientemente, paso a paso, y ver cuántos de los ochos factores de persistencia le faltan. El análisis puede llevar a descubrimientos que le promocionen una nueva forma de recuperar el control de sí mismo.
Conclusión
Sólo logra el triunfo si persigues y trazas metas en tu vida. Hay que arriesgarse y no pensar en fracasar. Es una ley sencilla gobierna el tema de establecer metas y conseguirlas: Concebir la meta. Creer firmemente que la realizaremos HACER lo que debemos y SABER esperar a que se realice.
“El esfuerzo prolongado necesario para inducir fe y confianza.”
¡Gratitud siempre! Un abrazo.