Érase una vez una carrera de sapitos en la que el objetivo era llegar a lo alto de una gran torre.
Había una multitud observando la escena. Demasiada gente para animarlos.
Empezó la carrera. Pero como la multitud no creía que los sapitos pudieran llegar a lo alto de esa torre, lo que más se escuchó fue: “¡Qué lástima! Estos sapitos no lo lograrán. No lo lograrán”.
Entonces los sapitos empezaron a rendirse. Pero hubo uno que persistió y continuó la subida, en busca de la cima.
La multitud continuó gritando: “Lástima, seguro que no lo logrará”.
Con el tiempo los sapitos fueron rindiéndose uno a uno, a excepción de ese sapito que aún estaba tranquilo, cada vez con más fuerza.
Al final de la carrera, todos se rindieron, menos él, que logró llegar a la cima.
Dado el logro, la curiosidad se apoderó de todos los que estaban presentes. Querían saber qué había pasado.
Y así, cuando fueron a preguntarle al sapito cómo había logrado completar la prueba, se dieron cuenta de que era sordo.
No permita que las personas negativas anulen las mejores y más sabias esperanzas de tu corazón.
Hay poder en nuestras palabras y en todo lo que pensamos. A menudo tenemos que jugar a ser sordos y mudos si queremos llegar a lo alto de la torre.
¡¡¡Sé positivo!!!