No se puede arreglar: El rostro de un niño que mira fijamente a su madre, descorazonado ante los trozos plásticos de un juguete destrozado.
No se puede arreglar: el roble gigante yace junto a los escombros del huracán, sus raíces impotentemente desarraigadas.
No se puede arreglar: el hombre y la mujer se miran a través de la distancia que los separa, pasmados en el silencio que dejan las palabras que finalmente se pronunciaron.
Algunas cosas en la vida se pueden empachar, apoyar, reparar o rehacer. Sin embargo, algunas heridas son muy profundas, algunos golpes demoledores que la vida nos suele dar, algunas grietas demasiado anchas para volverse a unir.
Experiencias de divorcio, traición, la pérdida de un ente querido, el maltrato o el abandono, nos dejan heridas profundas y permanentes, dejan nuestra psique desfigurada. Vivimos, seguimos adelante pero no estamos realmente arreglados.
Las memorias se quedan en nuestro subconsciente. Solo con el tiempo, con la ayuda del todopoderoso Dios, y con algunos tratamientos psicológicos, terapias que nos ayudan a crear fortalezas interiores para seguir adelante. Y aunque nos sanemos las heridas, se quedan las cicatrices que no se pueden arreglar.
Sin embargo, creo que hay un plan alternativo para las cosas que no se pueden arreglar. No funciona con plásticos destrozados; pero este plan puede transformar asombrosamente las cosas vivas como árboles y personas.
Lo he visto en un retoño brotando de un tronco destrozado y en el rostro de parejas cuyas reuniones de consejería finalmente muestraron algún progreso. Lo he visto en personas que al llegar a un estado de fracaso total han admitido su desesperanza y han comenzado a crecer de nuevo. Hubo una época en la que llegue a un estado de fracaso total en mi vida.
Quiero compartir con ustedes algo que en mi momento de desesperación me ayudó mucho. Es un texto de las escrituras sagradas que me llamó mucho la atención en el libro de Job, Capítulo 14 versículos 7,8 y 9.
7. Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñecerá aún, Y sus renuevos no faltarán.
8. Si se envejeciere en la tierra su raíz, Y su tronco fuere muerto en el polvo,
9. Al percibir el agua reverdecerá, Y hará copa como planta.
Job – Biblia Sagrada
Así es nuestra vida, aunque destrozados y marchitados, podemos volver a florecer otra vez.
Conclusión
La estrategia de Dios para los árboles y las ramas rotas, para las vidas y las almas heridas, no es reparación sino crecimiento y superación. Dios no pone un parche, sino que nos da el don de comenzar de nuevo. Hoy vivo un nuevo comienzo en mi vida con superación y Gratitud.
Pensamiento: No se puede arreglar, pero se puede volver a nacer. No se puede arreglar; pero se puede florecer otra vez .No se puede arreglar; pero puede ser hecho nuevo.
Un abrazo ¡Gratitud Siempre!