Cuando la suerte muestre su cara altiva y el camino que elijas resulte cuesta arriba. Cuando el dinero sea poco y las deudas muchas.
Cuando parezca difícil continuar la lucha y te agobie el temor que la duda siempre brinda.
Descansa, si es preciso, pero nunca te rindas.
Recuerda que en la vida siempre hay altos y bajos y sólo ascenderá quien comience desde abajo.
Todos aquellos que se declararon vencidos, podrían haber ganado de haberse mantenido.
¡No te rindas! Aunque la victoria esté lejana, otro esfuerzo puede hacerlo realidad mañana.
El final está más cerca de lo que parece. Nunca es más negra la noche que cuando amanece.
Generalmente el luchador que se ha retirado lamenta aquel triunfo que podría haber alcanzado.
Pues el éxito no es más que el revés del fracaso y del fracaso al triunfo suele haber sólo un paso.
Por ello, cuando más adversa sea tu suerte, cuando la vida misma te golpee más fuerte, cuando todo parezca resultar imposible, continúa infatigable tu trabajo, impasible, sin vacilar un momento ni una duda sentir, pues entonces es cuando menos te debes rendir.