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¿Cual es tu valor?

Cuanto vales

En este artículo

Un padre antes de morir le dijo a su hijo, para que conozca su valor:

– Este es un reloj que tu abuelo me dio, y tiene más de 200 años.

– Pero antes de que te lo entregue, te pido que vayas a la relojería del centro, y diles que quieres venderlo, así ves lo mucho que vale.

El hijo fue, luego regresó con su padre y dijo:

– El dueño de la relojería me paga 5$, porque dice que es viejo.

Él padre le dijo:

– Ve a la cafetería y pregúntale al dueño cuánto te pagaría por el reloj.

El hijo fue, luego regresó, y dijo:

– También me pagan solamente 5$ papá.

– Ahora quiero que vayas al museo y enseñes el reloj al director.

Se fue y luego regresó, y le dijo a su padre:

– Me dijo que cuesta más de un millón.

El padre le dijo:

– Quería hacerte saber que en el lugar correcto valoran las cosas de una manera correcta. No te quedes en el lugar equivocado, y si lo haces, no te enojes si no te valoran.

– Quien sabe lo que vales es quien te aprecia. No te quedes en un lugar que no te conviene. Sepas valorarte hijo mío.

La historia que acabo de contaros es muy conocida y difundida por Internet. No sé al cierto quién la escribió, pero en ella encuentro una gran fuente de meditación. Me llega un mensaje muy bonito sobre la autoestima.

Esta historia nos permite hacer una analogía con nuestras propias vidas. Muchas veces mirando hacia dentro de nosotros no somos capaces de entender cuán valioso somos.

Nos entregamos a relaciones, a situaciones, a veces a personas que prácticamente nos desvalorizan. Por no valorarnos a nosotros mismos nos sometemos a estas situaciones tan negativas para nuestras vidas.

Busca dentro de ti el cuanto vales, tu “precio” está en tu interior y solamente tú puedes encontrarlo. No te vendas por cualquier precio, no permita situaciones en tu vida que disminuye tu valor.

Así como este reloj que a los ojos de unos no servía para mucho, poniendo su precio muy por debajo, quitándole importancia. No hacían por ser malas o buenas personas.

No conocían su historia tampoco su importancia. Pero al encontrar las personas correctas, en el lugar correcto, y también en el momento correcto, se valoró con debido conocimiento lo que se merecía la pieza.

Una vez, William Sanches, uno de mis mentores, dijo que los cuadros de valor están, siempre a un metro y medio del zócalo. Esto quiere decir que lo que de veras se aprecia es el valor del cuadro, no la distancia que está del suelo.

Un “leigo” cuando mira una obra valiosa no es capaz de identificar su real precio, pero para ojos expertos o abiertos a la admiración, esta misma pieza tocará sus emociones.

También tenemos que saber nuestro lugar, donde somos bienquistos y bienvenidos. El chico en primer lugar fue a una relojería y no reconocieran su real valor. No era el tiempo de aquel reloj allí, no era su entorno.

Quizás los otros relojes que allí estaban eran nuevos y relucientes, estaban “viviendo” otras experiencias. Él ya había vivido las suyas, era hora de contarlas. Quizás…

A veces nosotros mismos queremos forzar las situaciones para que nos acepten en lugares donde no somos bienvenidos. Pero no por que sean malos por no aceptarnos, sí por que no es nuestro lugar, nuestro tiempo, puede que haya sido en otra época, pero ya no. El tiempo pasa, los entornos y las personas cambian. Hay que aceptarlo y adaptarse.

Este reloj debería estar con los otros como el. En un lugar donde poder compartir su historia con otros que también tenían una historia para contar.

Tenemos que saber cuánto valemos. Nosotros mismos debemos empezar a ponernos precio. Si no lo hacemos estaremos “autorizando” a los demás a hacerlo. Si así es, no podremos quejarnos del precio que seremos tasados.

Valorate mucho, pero nunca por encima de nadie, pero tampoco por debajo.

¡Gratitud siempre!

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